Hablemos de la relación Gurú, discípulo. ¿Qué es un maestro y cuál es su función? Debemos de saber, que la función de un maestro es la de iluminar, sacar a La Luz y revelar las partes oscuras que impiden ser libre. Por ello, cuando vas a ver un maestro, te estás exponiendo a la radiación de esa luz clara.
El Gurú, siempre cuestiona el engaño. Tiene que investigar, dónde se queda atascado el estudiante. Esa es la función del maestro, cuestionar, acompañar e iluminar. Persuadir al estudiante, para que mire en la dirección de la libertad.
El contacto con él, te purifica. Él te ayuda a revelar algo, que pasaba desapercibido para ti. Te muestra la divinidad. Por tanto, todo el mundo reconocerá, que el encuentro puede tener todo tipo de desenlaces. En La Luz del maestro, ponemos al ego contra las cuerdas, cuestionamos la ilusión y la liberamos.
Es posible, que en algunas ocasiones sea un encuentro revelador e iluminador, donde la Verdad sea puesta al descubierto. A lo largo de mi trayectoria, ha sucedido muchas veces, y son los momentos más hermosos que podemos vivir; una hermosa revelación para el estudiante. Estos encuentros, donde el maestro se convierte en La Luz y destapa la Verdad, son de puro amor. Son momentos de alegría y celebración. Es muy hermoso ver el rostro de alguien que ve la Verdad. En más de una ocasión, he compartido risas hermosas, donde el estudiante se siente en absoluta dicha, pero sobre todo en la comprensión. En otras, puede llegar a ser muy incómodo estar delante del maestro y exponerse, ya que hay fuerzas, que enmascaran la verdad que somos; si estas fuerzas no existieran, todo el mundo estaría despierto. El maestro, por claridad y comprensión, por especialización y profesionalización, tiene la experiencia para detectar las tramas egóicas y exponerlas. Lo cual, en muchas ocasiones es doloroso.
Déjame citar a Osho: “Cuando acudes a un maestro, el ego sospecha, se llena de dudas, crea ansiedad, porque de nuevo estás volviendo a la vida”.
Esta es una de las grandes verdades. A través del despertar nos desplazamos del sueño a la Verdad. Hemos de comprender, que el único impedimento es la Consciencia creada en el ego, y las fuerzas que le rodean.
El ego, creará toda suerte de dificultades, inventará tretas, te empujará hacia la ilusión, te seducirá para ir hacia el lado opuesto, te hará dudar incluso del maestro. Te hará dudar de todo. Es muy habitual, ver a un estudiante saltar de un maestro a otro con facilidad, de una práctica a otra. El motivo es, que si el buscador no sabe lo que está buscando, tampoco comprenderá lo que encuentra. El maestro ha de hacerle comprender, qué está buscando, para que aprecie las sutilezas del Ser y abra los ojos. Es el dedo que señala la Verdad; la flecha, que te indica cuál es el camino correcto.
Hemos de reconocer, la gran dificultad de enseñar al estudiante, el poder mantenerse firme ante la ilusión, con claridad.
La ilusión parece ser poderosa y nos arrastra una y otra vez. Es posible, que tengas delante de ti todas las armas que necesitas. Es posible, que el mensaje que recibes te esté revelando todo lo que necesitas saber, pero la ilusión te seduzca, para que sigas buscando, para que dudes. Han habido casos, donde el estudiante ha tenido una claridad absoluta, y a los pocos días, parece que todo se le ha olvidado; es como si tuviera otra persona delante de mí. Como si no estuviera hablando con la misma persona, que días anteriores estaba en la claridad.
El ego intenta retrasar la revelación de tu Ser, te oculta lo obvio, e incitándote a continuar en la ilusión, él puede seguir vivo. Lo he visto muchas veces, es una reorganización de las nuevas estructuras egóicas. Si estás cerca de un maestro y te entregas, él podrá reconducir esto.
Muchos estudiantes, logran cierto avance espiritual y no pueden apreciarlo, no lo ven. Porque cuando se acercan a la Verdad, el ego quiere cambiar los planes, y a veces lo consigue. El ego hace esto, porque al lado del maestro vuelves a la vida, al éxtasis, al climax. El maestro solo puede ofrecerte una fiesta: Libertad y Amor. Un encuentro con la Verdad, que te vuelve gozoso.
Muchos optimistas espirituales, se dicen a sí mismos, que quieren ser felices, pero es falso. En realidad, tienen miedo al verdadero amor, porque es demasiado grande. Quieren ser felices, pero en el fondo, tienen miedo a la magnificencia del amor.
Un estudiante, que asistió a uno de mis intensivos, dijo: después del encuentro estuve durante varios días en climax, en felicidad; todo el mundo me preguntaba qué me había sucedido. Me preguntaban: ¿cuál es el motivo de tu felicidad?
El motivo de la felicidad, no tiene respuesta. El ignorante, cree que hay un motivo. Del mismo modo, que una persona, no se cuestiona por qué está sana. Está sana, porque es lo natural. No puedes cuestionar porque estás feliz, simplemente es natural. Sin embargo las personas no entienden una felicidad natural y preguntan, ¿por qué estás feliz?
Al lado de un maestro, encuentras lo que es natural, y allí solo puede haber éxtasis. Él está en éxtasis, tú puedes beber de ello. Siempre digo, que no hay proceso, pero si hay éxtasis, alegría y gozo. Sigue el camino de la alegría, no te engañará.
El maestro muestra lo que ya está en ti. No te enseña algo nuevo, muestra lo que ya Es en ti. Muchos quieren motivos, explicaciones. ¿Quieres un motivo? Ser, es el motivo.
Es lo que el maestro quiere para ti: vida, amor y risa (Ser). Quiere que te conviertas en Gozo. El maestro es tu peor enemigo, es el peor enemigo del ego, por eso corres peligro en su presencia. El ego te va a susurrar, que es el enemigo, que es el instigador. En muchas ocasiones veo el miedo en tus ojos, tienes miedo a lo que allí se expande. Tienes miedo a la alegría natural, al amor natural.
¿Por qué íbamos a tener miedo a la felicidad? No podemos tener miedo de algo que es bueno. Pero, así es como el ego funciona.
El ego teme amar, porque en el Amor la vida alcanza su culminación. El amor es el último paso. No es un final, en todo caso es un principio; un volver a la vida. Pero el ego ya ha comenzado, ya está en marcha, activo y viviendo. El ego ya comenzó a vivir, no quiere volver a empezar, no quiere la Resurrección de la que habló Jesús. Él tiene treinta, cuarenta o cincuenta años, él ya ha construido un templo en ti, no quiere volver a empezar. No olvides esto: la vida no es acumulación, si no ligereza, ingravidez y silencio.
El maestro quiere hablar de tu vida presente, de la liberación ahora. No quiere hablar con tu mente, quiere hablar de la vida, y la vida es siempre ahora. Para él, es importante, cuán relajado, disuelto y libre, eres ahora. Él quiere, que veas el secreto que es abierto, quiere que veas, que la vida es un misterio, una cuestión de amor incondicional a lo que Es.
Cuando le preguntaron a un sabio que era la vida, el contestó: un flujo sin fin. ¿Reveló el misterio? No, sino que lo mantuvo. Un flujo sin fin, sí, pero atemporalidad, siempre fresca, siempre nueva.
No debes tener miedo al final de tu ego, porque la vida es un flujo sin fin. El misterio, seguirá después de conocer lo que la vida es. Solo puedes saber lo que la vida es, viviendo, no lo sabrás psicológicamente, teorizándolo. No, solo lo puedes saber, viviendo sin ego, tocando la melodía de lo eterno; has de ser el misterio. Eso es lo quiere el maestro, quiere quitar lo que no es esencial, y cuando lo que no es esencial sea quitado, lo que sí lo es, relucirá y brillará en su auto-florescencia.
El maestro te dice: el ego es como una costra muerta, que está sobre ti. Un coche mientras circula coge polvo. ¿Sirve de algo ese polvo? No, no tiene utilidad. El ego, coge polvo al moverse en el tiempo. Con el tiempo ese polvo hay que quitarlo, como cuando lavas el coche para poder tener el cristal limpio. Quítalo no sirve de nada, no te deja ver. Te impide Ser.
El ego tiene miedo a la vida, porque es un misterio, es imprevisible. Tiene miedo a ese lugar donde él no está; en lo divino, no tiene donde reposar.
Fíjate en esto: conoces a un maestro, lo escuchas, penetra en ti, el te recuerda que solo has de quitar lo que no eres, y después de unos meses de escucharlo lo niegas, ¡pero si él solo quiere quitarte el polvo! De la noche a la mañana, ya no es el maestro que buscabas. Como Pedro con Jesús, cuando lo negó tres veces. Y Judas lo vendió, por 30 monedas de plata. ¿Por qué sucede esto? Ha sucedido en todos los tiempos, Jesús habló de ello, Buda hablo de ello, los maestros taoístas hablaron de ello. Se ha hablado mucho de esta relación amor/odio. Hoy es un Dios, mañana es un embustero.
En muchas ocasiones, son demasiadas expectativas las que se ponen sobre el Gurú. Pero, él no hace el trabajo por ti, no tiene esa intención. El maestro vive sin intención.
Pocos permanecen el tiempo suficiente ante un maestro auténtico. En el Tao, cuando un estudiante quería que se le instruyese, tenía que esperar. Tenía que ser paciente, si tenía paciencia, con el tiempo el maestro le daría las claves. El maestro sabe que muchos de los que se le acercan tienen prisa, solo son intelectuales, curiosos que no van a llegar. Buscan alimento rápido, fast food espiritual.
En el maestro, no encontrarás comida rápida, no, encontrarás verdad, la liberación y el sosiego. Si vives rápido no podrás verlo, tendrás que sentarte, esperar, ser paciente y entonces comprenderás. Tan rápido como llegas con ilusión, tan rápido como lo abandonas con desanimo. El maestro te lleva al amor de esa nada y quita tu polvo, no añade nada, quita el polvo.
Por eso, los maestros taoístas, solo instruían a los que eran pacientes, a los que tenían fe y ardían por la Verdad. Ellos, no tenían sed o hambre, tenían paciencia, confiaban, escuchaban y presenciaban. Sabían, que si llegaba alguien buscando la Verdad y no era un verdadero estudiante, acabaría buscando el modo de salir. Cualquier excusa será buena para huir. El ego siempre quiere ganar tiempo; el maestro, puede ser ahora el enemigo. Suelen decir, este no es auténtico, voy a otro maestro. Pero, cualquier excusa será buena para abandonarle (me voy de este instigador).
En un libro de Nisargadatta, leí, que se negó a atender a un estudiante de Osho, porque conocía a estos estudiantes, que solo posponen la realización. Le dijo: “Osho es un gran sabio, si la realización no la has encontrado allí, no la encontrarás aquí, puedes marcharte. Conozco a los buscadores que van de maestro en maestro”.
Muchos estudiantes han negado a los maestros y sienten que están de luto en la libertad que él ofrece. Muchos vuelven con más fuerza, otros desaparecen para no volver jamás, nadie sabe esto. Pero algo está claro, el maestro sabe que ellos necesitan su tiempo, la Verdad es difícil de digerir.
Ante un maestro verdadero, cualquier excusa será buena para irte. Lo encontraré con el siguiente maestro, o libro, o vídeo. Encontrarás la excusa perfecta para no quedarte a esperar, por eso los maestros del Tao, solo enseñaban a los auténticos estudiantes. Los estudiantes, debían de demostrar que merecían la enseñanza, hoy por hoy, en un mundo tan acelerado, no hay tiempo, y la idea de proceso, acumulación y estudio, es demasiado atractiva.
La mente se sentirá cómoda en el estudio y la práctica, pero no en presencia de un maestro, este es un jaque mate para la mente. Ciertamente hay pocos, que realmente estén dispuestos a escuchar la Verdad descarnada. La gran mayoría, solo quiere amortiguadores, no quieren la Verdad, quieren sentirse mejor. La Verdad no te hace sentir mejor, te hace sentir incómodo. Pero, cuando el Amor surge en la relación maestro-discípulo, todo cambia.
Hay una conexión, que he sentido en este tiempo con alguno de mis estudiantes. Hay un perfume a Eternidad, que se despierta como amor a la figura del maestro; pero no es al maestro lo que aman, es a lo Eterno en él. La frase que dicen es: me siento más cerca o te veo. También dicen: siento un profundo amor por ti, que no es de este mundo. Cuando el estudiante, comienza a comprender verdaderamente, “ellos se ven”. Cuando se miran, ven juntos Lo Que Es y presencian una unión muy hermosa, se despierta el amor de lo divino. Esto sucede, porque el estudiante ha podido ver más allá de las envolturas, más allá del cuerpo del maestro y mira su mensaje, su esencia. En el estudiante se abre un brillo nuevo, un aroma diferente se establece, se ha convertido en un discípulo auténtico.
Osho, los definía de una manera muy hermosa, hacia una clara distinción entre estudiante y discípulo. Él decía, que muchos son los estudiantes y pocos son los discípulos. El estudiante, tiene prisa y termina negando al maestro. Sobre los discípulos, hablaba de aquellos que ven más allá de las apariencias y comprenden la Luz, el Amor y el Gozo que habita en el maestro. Su entrega es incondicional, ellos tienen el poder de la entrega despierto. Su poder no tiene límites… quien tiene ese poder ni siquiera necesita a un maestro, es un afortunado.
La relación discípulo-maestro, es una relación de igual a igual. Cuando lo Eterno despierta en el discípulo, se convierte en una relación auténtica. El maestro y el discípulo, no pueden ser dos.
“Cuando eres uno con el maestro -tan totalmente uno, tan profundamente uno-, no hay debate, no hay lógica, no hay razón. Uno simplemente absorbe. Y entonces la enseñanza comienza a crecer en ti y a cambiarte”. Osho.
Si el discípulo se entrega absolutamente, habrá realización, porque le une al maestro lo que es verdadero. No hay jerarquías, no son necesarias, el maestro no está por encima de ti, lo que sí hay, es una profunda confianza en la enseñanza y una profunda conexión con la resonancia del maestro; no sois dos, sois uno. Las enseñanzas más profundas no pueden darse a menos que exista el amor.
Pero si el estudiante cree saber lo que el maestro dice, cosa que sucede muy a menudo, y este saber es solo intelectual, no verá lo Eterno, y caerá en la trampa; convertirá al maestro en algo ordinario. Entonces no está comprendiendo. A través de un maestro conectas con lo Eterno. Si conectas con lo intelectual, es una conexión falsa, y todo lo falso está muerto. Un verdadero discípulo recibe lo que dice el maestro como algo vivo, siente la vida que transporta la enseñanza, entonces no estás escuchando sus palabras, estás bebiéndolo.
Un maestro no tiene nada de ordinario, todo lo contrario, es extraordinario, es una encarnación divina, un avatar. Es tan extraordinario como lo Eterno en ti, como el amor en ti, como la claridad en ti. Solo cuando conviertes lo ordinario en extraordinario es cuando eres verdaderamente un discípulo. Me han ofrecido muchas cosas, incluso venirse a vivir conmigo. Esa es una entrega verdadera. Pero no estoy pidiendo tu vida, estoy pidiendo tus ilusiones.
El discípulo entrega las ilusiones, y confía en la guía que le viene de aquel que lo ha realizado, esta es la clave, confianza y ha de ser incondicional.