El amor del Ser

Donde tiene lugar la verdadera vida, que es origen de todo lo vivido y lo conocido, resplandece el corazón del Ser, un abismo de silencio ensordecedor lleno de dicha espiritual y de quietud interior. En este silencio virtuoso, la vida espiritual florece sin oposición o comparación y en él se encuentra la virtuosa sensación de grandeza y paz interior. Este abismo eterno es un placer espiritual que reside en el profundo corazón del ahora.

El ahora es por ende el fruto de la nada, una dimensión atemporal donde pueden beber los agraciados o escogidos y, donde se desarrolla el ímpetu de la transformación y la devoción al gran misterio atemporal que lo gobierna todo, sin jerárquica oposición. Y todo el que entra en este fruto recibe enaltecimiento espiritual y humildad coherente, una gran virtud silenciosa que expande nuestro corazón en aras de las libertad espiritual. Este profundo amor que se encuentra cuando no-somos o no-estamos, es el elixír de lo eterno, que elimina por comprensión la ignorancia que produce cualquier fricción personal, para expandir nuestro ser en el infinito y eterno altar de la divinidad.

Dos aspectos que parecen ser contrarios y que debemos señalar, son el amor y el miedo, en este caso quiero añadir que el miedo y la sensación temerosa de la escasez es solo producto de la ausencia del abrazo a Dios, ya lo dijo Albert Einstein:

“El mal es el resultado de la falta de Dios en el corazón de los seres humanos”

Y aunque fabricados en el mismo seno y sin oposición , en lo que respecta a como vivimos la experiencia, entre el amor y el miedo hay una gran diferencia, al menos en el plano sensible. Pensamientos, sentimientos y emociones azotan la naturaleza de los hombres e impiden una auténtica armonía en todos los aspectos espirituales, generando así un flujo innecesario de energía que encapsula y engendra maldad en los corazones humanos.

Como la conciencia se saborea o vive la ausencia del amor espiritual es algo de extraordinaria naturaleza, sin embargo, es la conciencia la que siempre ha deseado su propio conocimiento de la diversidad, y en ella se encuentra el gran secreto, puesto que no hay nada más transformador que el dolor en sí mismo. Este es el motivo en el que podemos comprender que “Por amor”, transformamos nuestra experiencia y decidimos despertar a la infinitud del Ser…

Y es que, entre el abrazo amoroso del Ser y la sensación temerosa de la escasez se encuentra un abismo, uno es completamente natural y el otro es experiencia, vivencia y creación. El amor es el estado natural de la conciencia es el reposo de lo absoluto en el que brilla dentro de su propia luz y sin embargo, el miedo, es creado por la conciencia, es algo artificial y solo sucede por ignorancia y no porque este sea real o exista de manera independiente.

Esta es la diferencia, uno vive dentro de su propia fuente de manera natural y el otro es creado por falta de observación o auto-indagación.

Entre lo natural y lo artificial hay una enrome diferencia, lo natural trae reposo, descanso y calma, sin embargo en lo artificial, como se necesita una energía extra, como es un condicionamiento en el que diversos factores entran en juego, el sistema suele colapsar generando así una incongruencia, un conflicto de roles, que puede resumirse en, lejanía del amor de Dios.

Es por esto que el ahora, es el comienzo de un amor, una apertura al campo del cielo abierto del SER, en el que la Conciencia pierde su condición personal, su pasado y sus miedos futuros y puede comenzar el descanso espiritual. Sin embargo, debemos de saber que no buscamos una creencia o una experiencia, sino el sabor de lo sin-tiempo, de lo no-creado y como tal, deberemos estar lúcidos para comprender que lo que somos es no-yo, no-experiencia y no-creencias. En la luz de la conciencia, donde se encuentra el seno del ahora, hay una esencia que brilla que no puede ser señalada, porque antes de que levantes el dedo ya está allí, en amor consigo misma. Tú, como experiencia cognitiva, como vislumbre o experiencia siempre serás “después”, sin embargo cuando reconoces la verdad interior de todos los seres sintientes descubres que Todo es ello y la visión queda clara cuando es empapada de la sensación de no dualidad, revelando la Unidad del SER.

Por ello, debemos de comprender que, solo abra descanso y amor en nuestro corazón cuando nos fundamos en lo eterno y nuestro corazón sea bendecido en su hermosa bienvenida, allí, donde no somos, brillamos simplemente siempre aquí y ahora, perdemos la identidad si, pero ganamos amor por doquier y brillamos como la Conciencia y su naturaleza. Dejamos de Ser, sí, para Ser el amor en lo eterno.

Esta es la maravilla atemporal, un amor insondable e indescriptible en el cual tú eres siempre bienvenido.

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