
En lo más profundo de todos los seres humanos hay un saber innato, es como si viniéramos a este mundo con un saber ineludible que hemos olvidado en la llegada del intelecto, hace tan solo 7000 años empezaron ha aparecer las primeras muestras del dominio del lenguaje y la comunicación. Pero no se sabe con claridad pues, el lenguaje humano más primitivo pudo aparecer hace 50.000 años, relativamente poco según la historia de este universo.
El lenguaje exterior y su representación comenzó en el interior de los seres humanos como un surgimiento de la inteligencia en la que solo había silencio. Dicho de otra forma, antes del lenguaje el intelecto los seres humanos no se habían desarrollado en la palabra, y por seguro que no teníamos conversaciones interiores (palabras verbales) como un yo personal que surgía en nuestra mente argumentando una relación separada con la existencia.
Las conversaciones interiores es un desarrollo de la inteligencia humana relativamente joven, el don de la palabra y la capacidad de nombrar y por ende de escindir en los objetos mismos, no cabe duda que ha sido un inmenso regalo. La tecnología, la ciencia y el desarrollo moderno viene de esta capacidad de escindir en las cosas al nombrarlas. Teniendo la capacidad de nombrar y conocer más objetos dentro de los objetos mismos, hemos desarrollado una cualidad intelectual que fracciona la Unidad y da vida y existencia a los objetos de manera independiente del Uno. La separación surgió con esta capacidad de escindir.
No cabe duda que aparentemente hemos pagado el precio del desarrollo y la evolución, con la llegada de la inteligencia de la mente, que es lo que llamamos fraccionar la Unidad, hemos perdido nuestra conexión más profunda y hermosa como seres humanos.
Las filosofías más antiguas hacen mención a esta caída por debajo del nivel del pensamiento, por ejemplo la biblia cristiana dice: Surgió el verbo, surgió la separación.
En la llegada de la palabra se desarrolla la inteligencia de la dualidad, el lenguaje proporciona a los seres humanos una experiencia rica en conceptos y en el saber dentro de la existencia, pero lo desvincula del saber universal e intuitivo, de la sensación de unidad y universalidad. Por supuesto que los seres humanos hemos ganado inteligencia para llevar a un cohete a la luna gracias a nuestro intelecto, pero si todo nuestro Ser se vuelca en la existencia de lo que es relativo, perdemos el contacto con el corazón espiritual y las virtudes de nuestro Ser más profundo.
Todo concepto creado en la mente no puede surgir solo, para que los conceptos conocidos puedan ser creados se necesita al primer concepto esencial que los sostiene todos “El concepto de yo”. La conversación interior crea un yo en la mente, este yo en la mente usurpa la identidad y dice ser nosotros. El yo individual se conoce así mismo como un objeto relativo al tiempo y a la existencia, un objeto relativo que se conoce así mismo por asociación con otros objetos a los que llama “tu u otros”. Dicho de otra forma, al nivel de la mente nos conocemos como un objeto asociado al cuerpo y a los otros cómo otros cuerpos, perdiendo una mirada más profunda y solo viendo lo superficial.
La perdida de la verdadera inteligencia puede definirse cómo: La ignorancia personal es una vinculación a los conceptos en nuestra mente que crean una realidad exterior que no existe separada del todo, nada más que en nuestra imaginación.
La sabiduría es volver a unir todas las piezas del puzzle de la existencia, comprendiendo de nuevo que todo es la Unidad no fraccionada y que la ilusión de esa separación solo aparece en nuestra mente, que es un instrumento diseñado para separar y desengranar la Unidad para desarrollarse en la vida diaria, un efecto y no una verdad.
Cuando el ser humano comienza a percibir la sensación de que todo es el Uno, y de que, la relativa división es solo el producto de la inteligencia intelectual, comprende que, existe una fuerza Universal, una conexión más profunda con todos los seres. Una conexión que abarca a la naturaleza, a la sociedad, al cosmos, a los seres vivos y a toda la existencia. Esto crece en nuestro interior como el desarrollo de una nueva inteligencia que no pierde afinidad con la existencia ni dinamismo con la vida diaria, sino todo lo contrario, añade mucha más profundidad a nuestra vida.
Tras la llegada de la sabiduría de la Unidad comprendemos que hay una inteligencia que sobre pasa los límites del entendimiento humano, esta inteligencia es el manantial de la vida donde se origina la creación, la mente y el cosmos. Es una fuerza que une todos los niveles de la creación y proporciona de manera particular entendimiento a cada pequeña cosa. La sabiduría consiste en conectar con el saber más profundo y revelador de la naturaleza de la conciencia, que proporciona un verdadero entendimiento en la Unidad de nuestro Ser.
Puesto que la sabiduría es también el reconocimiento de una inteligencia más allá de la mente, el ser humano comienza a descubrir quien somos sin la mente, experimentando un profundo silencio interior del que emerge también un profundo amor y paz en el presente.
Cuando la mente se silencia nosotros seguimos conociendo el mundo y sabiendo sobre él, pero sin el filtro de la limitación de la mente. Este conocimiento no conceptual es uno con Todo Lo Que Es, uno con la vida, uno con el Ser. Desde este Conocer puro, descubrimos la esencia floresciente y, descubrimos que por debajo del nivel de la mente existe un saber intuitivo que está lleno de verdaderos valores como la paz, el amor y la alegría y, surgen del manantial de la vida de este saber.
La sabiduría es conocer sin la mente, es resolver sin dualidad y aprender a vivir la vida desde el único conocimiento real, que no está manchado por los procesos de pensamiento que se basan en la dualidad para interpretar las apariencias. Con la llegada de la sabiduría, el intelecto no deja de funcionar, sino que deja de obstruir la verdadera inteligencia y el verdadero saber. Podríamos decir que, el intelecto se suma a una nueva comprensión y ya no acapara toda la atención.
Cuando la experiencia humana deja de estar viciada por el nivel de la dualidad y la división de la mente, nace un nuevo sentimiento, una nueva forma de mirar más intuitiva y real, este sentimiento puede llamarse amor, pero su nombre habitual es la dicha. Es una nueva relación que ya no está motivada por el estado egóico.
La gran mayoría de seres humanos viven por debajo del nivel del pensamiento, lo que significa mirar a la vida a través de las impresiones de la imaginación y del pensar, en muchas ocasiones ni si quiera hay un verdadero amor que impulsa las acciones, sino que son motivadas por el egoismo y el sentimiento de supremacía egóica. Cuando pensamos, creamos realidades que no existen y proyectamos creencias que nos condicionan. Este modo de filtrar nuestra percepción a través del pensar lo llamamos sueño y, en la gran mayoría de seres humanos crea una disfunción que impide una verdadera relación en nuestra vida diaria.
La filosofía juega un papel muy importante en el cuestionamiento de la ensoñación de lo personal y las creencias que emergen en la mente creando realidades.
La sabiduría puede verse de dos modos:
1. El primero es la capacidad de cuestionarse la ensoñación de la mente.
2. El segundo es la capacidad de conectar con el silencioso observador libre.
Sabiduría es una combinación de estos dos factores.
Hay un saber más profundo e inmendiato al que podemos llamar realidad vivida. Que significa que vives el momento presente tal cual es sin la deformación de la mente. Este saber es un conocer intuitivo que vive intensamente una realidad diferente al pensamiento, una realidad libre de la Consciencia del yo.
Es un saber más profundo que esta despierto y es inseparable de nuestro Ser, este saber es una intuición que nos guía siempre hacia la observación y hacia el conocimiento de nosotros mismos. Lo que está despierto en nosotros tiene todo el conocimiento del Universo en él y, sus valores esenciales siempre quieren expresarse a través de nosotros.
Por decirlo de este modo, la sabiduría es una resonancia interior a la que nos unimos, cuando se produce el despertar de la conciencia y despertamos del sueño, la sabiduría emerge en nosotros y modifica la forma en la que percibimos la entidad que ha sido creada por defecto en la naturaleza del yo separado. Este saber intuitivo comienza a lanzar olas de conocer lucido, la persona o buscador espiritual, lo vive con necesidad de dejar de caer en la trampa de la ilusión.
La sabiduría es un torrente de energía lúcida y vivida que te permite vivir en lo ordinario lo extraordinario. Su esencia es la vivacidad despierta, es el origen de toda intensidad y transforma la experiencia humana en la luz de la conciencia y en el conocimiento de que “Todo es el Uno sin segundo”. Este saber comienza a florecer cuando en el momento presente rompemos nuestra relación con la escasez del yo separado, emergiendo una visión a través de la persona que produce una revolución plácida y silenciosa.
Es mirar a través de la Conciencia que está despierta, este mirar se produce cuando en el velo del yo separado se producen brechas por las que entra la luz de la conciencia lúcida. Esto se experimenta como: momentos de no mente, experiencias de samadhi, instantes en los que la belleza de la vida se hace presente. Estas brechas no se producen por una entidad personal que busque la iluminación, el despertar se produce desde dentro de la Conciencia despierta hacia fuera. La intención parece servir a la persona, pero en realidad elimina lo personal.
Dicho de otra forma, los seremos humanos sienten una llamada a la acción hacia su despertar, pero no surge desde la persona hacia la eseidad, sino, que se produce desde la eseidad eliminando lo personal. Tras más de 7000 años de cautiverio psicológico surge una nueva mirada en la evolución humana, el surgimiento de la sabiduría es un nuevo paso evolutivo, no es un capricho del buscador espiritual, es una llamada ineludible que surge desde el interior como una necesidad de vislumbrar la verdad de nuestro Ser.
Es por esto que la sabiduría no es una ciencia, sino un laboratorio al servicio de la libertad presente que libera las cadenas de la supremacía del intelecto sobre nuestro Ser. Pues el proceso del despertar es una apertura muy hermosa, la Conciencia quiere experimentarse así misma en el proceso y se vive como una verdadera investigación minuciosa de la realidad presente. Es la apertura a un nuevo enfoque extraordinario, una nueva forma de mirar a la naturaleza de nuestro Ser y, permite conocer a la Conciencia de un modo muy profundo y cercano.
La sabiduría impacta en el ser humano por la naturaleza emergente de la libertad, no es el ser humano quien decide este despertar, sino que la sabiduría es una fuerza, un poder interior que nos atraviesa y nos impacta. Este emerger de la naturaleza despierta, es el impacto de lo natural frente a lo artificial. De un modo u otro el despertar no es algo programado o fabricado, sino la expresión de la libertad del universo a través de la experiencia humana. El estado natural del Ser hecho carne en esta realidad presente.
La sabiduría es innata e innegable, pertenece a nuestra naturaleza despierta. Nadie debe de correr hacia ella, lo único que el ser humano puede hacer (hablando en términos prácticos), es observar lúcidamente, es mantenerse en quietud para dejar emerger los viejos condicionamientos y reconocerse como el torrente de energía que busca el orden interior como naturaleza intrínseca de nuestro Ser.
Cuando digo hacer, no me refiero a una acción, sino a una no-acción respecto a las acciones y pensamientos condicionados por el yo separado que han estado en nosotros a lo largo de la historia de la evolución humana.
Para terminar, si estás realizando este proceso debes tener en cuenta que al despertar la rueda de la ignorancia seguirá girando por su inercia, un condicionamiento que has llevado años contigo necesita un proceso de silencio y observación para detenerlo. Muchos condicionamientos solo necesitan de observación silenciosa.
Sin más, todo mi corazón y amor para tu recorrido espiritual. Gracias por llegar al final de este post.
Inmensidad, espacio y amor Sergio.
Nota:
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